ETERNAMENTE


Tengo malas noticias:
la herida se queda ahí.
De vez en cuando te la lame un orgasmo,
un poema, un aplauso, un par de tragos;
pero no importa lo que hagas: la herida se queda ahí.

No naciste completa, te partieron en el intento.
Y como un brazo no puede volver después de ser amputado,
un corazón ya no es el mismo cuando ha sido roto desde la infancia.

No puedes, aunque quieras,
deshacerte de la herida.
La terapia sólo te dice cómo se llama,
cuándo te la hicieron, cómo vivir con ella.

Pero tengo malas noticias:
la herida se queda ahí,
intacta y doliente, como el primer día.
Como el muñón con demasiado espacio
para recordarse el brazo que ya no es.
Así tu corazón, eternamente.


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